- Relaja
plenamente tu cuerpo y aquieta la mente. Entonces imagina
una esfera transparente y luminosa que, bajando hacia ti,
termina por alojarse en tu corazón. Reconocerás al momento
que la esfera deja de aparecerse como imagen para transformarse
en sensación dentro del pecho. - Observa cómo
la sensación de la esfera se expande lentamente
desde tu corazón hacia fuera del cuerpo al tiempo
que tu respiración se hace más amplia y profunda.
Al llegar la sensación a los límites del cuerpo puedes detener
allí toda operación y registrar la experiencia de paz interior.
En ella puedes permanecer el tiempo que te parezca adecuado.
Entonces haz retroceder esa expansión anterior
(llegando, como al comienzo, al corazón) para desprenderte de tu esfera
y concluir el ejercicio calmo y reconfortado.
A este trabajo se le llama “experiencia de paz”. - Pero, en
cambio, si quisieras experimentar el pasaje de la Fuerza,
en lugar de retroceder en la expansión deberías aumentarla
dejando que tus emociones y todo tu ser la sigan.
No trates de poner tu atención en la respiración.
Deja que ella actúe por sí sola mientras sigues
la expansión fuera de tu cuerpo. - Debo
repetirte esto: tu atención, en tales momentos,
debe estar en la sensación de la esfera que se expande.
Si no puedes lograr esto conviene que te detengas y lo intentes
en otra oportunidad. De todas maneras,
si no produces el pasaje podrás experimentar
una interesante sensación de paz. - Si, en cambio
has ido más lejos, comenzarás a experimentar el pasaje.
Desde tus manos y otras zonas del cuerpo te llegará un tono de sensación
diferente al habitual. Luego percibirás ondulaciones progresivas
y al poco tiempo brotarán con vigor imágenes y emociones.
Deja entonces que se produzca el pasaje... - Al recibir la
Fuerza percibirás la luz o extraños sonidos dependientes
de tu particular modo de representación habitual.
En todo caso importante será la experimentación de la ampliación
de la conciencia uno de cuyos indicadores
deberá ser una mayor lucidez y disposición para comprender lo que ocurre. - Cuando lo
desees puedes terminar con ese singular estado
(si es que antes no fue diluyéndose por el simple transcurrir),
imaginando o sintiendo que la esfera se contrae
y luego sale de ti del modo en que había llegado al comenzar con todo aquello. - Interesa
comprender que numerosos estados alterados de conciencia han sido
y son logrados, casi siempre, poniendo en marcha mecanismos
similares a los descriptos. Desde luego que revestidos de extraños rituales
o a veces reforzados por prácticas de agotamiento,
desenfreno motriz, repetición y posturas que, en todos los casos,
alteran la respiración y distorsionan la sensación general del intracuerpo.
Debes reconocer en ese campo a la hipnosis, la mediumnidad y también
la acción de droga que, actuando por otra vía, produce similares alteraciones.
Y, por cierto, todos los casos mencionados tienen por signo el no control
y el desconocimiento de lo que ocurre. Desconfía de tales manifestaciones
y considéralas como simples “trances” por los que han pasado
los ignorantes, los experimentadores y aún los “santos”,
según cuentan las leyendas. - Si has
trabajado observando lo recomendado puede suceder,
no obstante, que no hayas logrado el pasaje.
Ello no puede convertirse en foco de preocupación
sino en indicador de falta de “soltura” interior, lo que podría reflejar
mucha tensión, problemas en la dinámica de imagen y,
en suma, fragmentación en el comportamiento emotivo...
Cosa que, por otra parte, estará presente en tu vida cotidiana.
la mirada interna
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